El SULFATO DE HIERRO es un compuesto químico versátil con múltiples aplicaciones en diversos sectores. A continuación, se detallan sus principales usos:
1. Agricultura
- Corrector de carencias de hierro: Se utiliza para tratar la clorosis férrica, una deficiencia que provoca hojas amarillentas en cultivos sensibles como cítricos, viñas, frutales y hortícolas, especialmente en suelos calizos.
- Reducción del pH del suelo: Ayuda a acidificar suelos alcalinos, mejorando la estructura y la capacidad de movilización de nutrientes esenciales.
- Fertilizante: Aporta hierro necesario para el crecimiento saludable de las plantas, favoreciendo la producción agrícola.
2. Tratamiento de aguas
- Coagulante: Es eficaz en la purificación de agua potable y aguas residuales, eliminando sólidos en suspensión, fosfatos y metales pesados. También previene la eutrofización en masas de agua superficiales.
- Control de contaminantes: Ayuda a reducir impurezas y partículas en el agua tratada.
3. Industria alimentaria
- Aditivo nutricional: Se emplea para enriquecer alimentos con hierro, contribuyendo a prevenir deficiencias nutricionales.
- Conservante: Protege alimentos procesados contra la oxidación.
4. Medicina
- Tratamiento de anemia ferropénica: Es un suplemento clave para prevenir o tratar la anemia causada por deficiencia de hierro. Es especialmente útil para mujeres embarazadas, niños y personas con necesidades nutricionales elevadas.
- Prevención de deficiencias: Se utiliza como medida preventiva en personas con riesgo de desarrollar anemia.
5. Industria
- Pigmento: Se emplea en la fabricación de pinturas y tintas debido a sus propiedades colorantes.
- Textil: Sirve como mordiente para fijar colores en tejidos.
Dosificación
La dosis varía según el uso:
- En agricultura: Entre 35-50 g/m² o 400-600 kg/ha para corregir suelos calizos y aportar hierro.
- En tratamiento de aguas: Aproximadamente 3 g/L para floculación mensual.
El sulfato de hierro es un producto económico y eficaz que desempeña un papel fundamental en sectores clave como agricultura, tratamiento de aguas, medicina e industria alimentaria. Su uso debe ser controlado para maximizar beneficios y minimizar impactos negativos.